Uso de lombrices (Eisenia foetida) en pozos ciegos

En muchos países de América Latina el pozo ciego en cualquiera de sus variantes (desde el pozo simple hasta el mejorado ventilado) es el primer paso que dan las personas después de la defecación al aire libre.

Las personas más pobres excavan un pozo en el suelo y construyen una estructura endeble sobre éste. A veces se utilizan unos palos gruesos cruzados y otras veces se compra una plancha de concreto con un asiento. La profundidad de los pozos puede ir desde dos hasta doce metros o más de acuerdo con las condiciones económicas, los gustos y la dureza del suelo.

Hacer un pozo es caro, uno profundo que se supone durará por mucho tiempo puede llegar a costar hasta $ 200.00, a esto se suma la plancha y la caseta si es que se le coloca los costos serán altos. A veces, cuando las personas tienen mayores posibilidades y disponibilidad de agua este pozo puede llegar a convertirse en un pozo de absorción  para un sanitario lavable.

Cuando el pozo es poco profundo se llena relativamente pronto y entonces es necesario tomar la decisión de vaciarlo (casi nunca en el área rural y muy frecuentemente en el área urbana) o sencillamente rellenar por encima y perforar otro pozo. Cada una de estas alternativas lleva una inversión fuerte.

Se ha demostrado que las lombrices llamadas Coquetas Rojas (Eisenia foetida) se pueden utilizar para el tratamiento de desechos humanos (http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0960852410017396) en situaciones en las que se puede generar también un excelente mejorador de suelos llamado comunmente lombricompost. En el caso de los pozos ciegos es poco probable que se pueda extraer el producto de las lombrices, sin embargo, podría significar una reducción en la contaminación alrededor de un sanitario de esta naturaleza.

En la actualidad se está haciendo una experiencia en doce sanitarios distribuidos en cuatro municipios del departamento de Quiché. Se colocó alrededor de 1 kilogramo de lombrices en cada sanitario y se hará un monitoreo durante seis meses. Con anterioridad se hizo una experiencia con un sanitario, misma que evidenció un cambio significativo en términos de olor y condiciones de las heces depositadas.